23 de agosto de 1927, día de la injusta ejecución de Sacco y Vanzetti
La historia de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, los dos emigrantes italianos injustamente acusados, encarcelados, condenados y ejecutados en EEUU en 1927, ha indignado al mundo. Sacco trabajaba como obrero en una fábrica que producía zapatos, mientras que Vanzetti, después de haber realizado varios trabajos, compró un carro a un italiano para ir a vender pescado. Los dos se conocieron cuando empezaron a formar parte de un grupo anarquista.
Fueron condenados a muerte por el asesinato de dos hombres durante un robo, pero en realidad eran inocentes y no tenían nada que ver con esos crímenes. A pesar de las muchas dudas de culpabilidad contra ellos, que ya habían surgido durante el juicio, en el que, entre otras cosas, ni siquiera se tuvo en cuenta un testimonio que los absolviera, los dos fueron condenados a muerte. Su caso causó tal sensación que pronto se convirtió en el foco de la movilización internacional. En su defensa, y para avanzar en su causa, se organizaron manifestaciones en las principales ciudades norteamericanas y europeas, como en Buenos Aires, Ciudad de México, Tokio, Sydney, Johannesburgo. A la vanguardia obviamente estaba la comunidad de inmigrantes italianos. Pero no hubo nada que hacer, la sentencia quedó ejecutoriada y los dos inocentes fueron ejecutados el 23 de agosto de 1927 en la prisión de Charlestown, en la silla eléctrica, asesinados sobre la base de la intolerancia política y los prejuicios que suscita su origen.
“Si no fuera por estos hechos -escribió Vanzetti poco antes de ser ejecutado- podría haber muerto desapercibido, desconocido, un fracaso. No somos un fracaso ahora. Nunca en toda nuestra vida podríamos esperar hacer tanto trabajo por la tolerancia, por la justicia, por el entendimiento mutuo entre los hombres, como lo hacemos ahora por accidente. Esta agonía es nuestro triunfo”.
Solo medio siglo después de su muerte, exactamente el 23 de agosto de 1977, el entonces Gobernador del Estado de Massachusetts, Michael Dukakis, con una proclama oficial, absolvió públicamente a Sacco y Vanzetti, rehabilitando efectivamente su memoria y reconociendo los errores cometidos durante la prueba. “Declaro que todo estigma y toda vergüenza – comunicó – se borran para siempre de los nombres de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti”.